jueves, 23 de diciembre de 2010

La Revelación

Se llevó la mano a la boca en el mismo momento que terminó de hablar. No lo podía creer. Acababa de romper un silencio de diez años con la frase que jamas debería haber dicho.
En realidad, se le escapó. O no. Quizás se hartó de callarse un sentimiento tan fuerte. Un sentimiento que le daba sentido a cada palabra dicha, a cada mirada cruzada, a cada abrazo dado.
Lo cierto es que lo dijo, de un saque, sin anestesia. Sin siquiera avisar que esas palabras estaban a punto de brotar de sus labios. Sin ser demasiado consciente de que esas palabras no serían pasadas por alto.
Lo dijo segura, mirandolo a los ojos, intentando contarle con cada palabra cómo cada momento con él hacía que se enamorara un poco mas.
Nunca se arrepintió. Creía que él tenía que saberlo en algún momento. Que no era justo ocultarlo para siempre.
Un mes después se volvieron a encontrar en el bar de costumbre. Llegaron practicamente juntos, como siempre, ambos temiendo que el otro no fuera a la cita. Ordenaron el cafe. Se miraron. Descubrieron que nada había cambiado entre ellos. Él quizás se sentiría más seguro sabiendo que ahora no había secretos. Ella quizás estaría aliviada de saber que él sabía por qué lo cuidaba tanto.
Y volvieron a hablar de las cosas de siempre. Volvieron a contarse como les iba. Volvieron a pensar las mismas cosas.
Se despidieron como siempre, sin haber intercambiado una palabra sobre lo que había pasado un mes atrás. Pero ambos sabían que había dos frases que nunca iban a volver a repetir.....


"Me gustaría saber por qué se empeña en hacerme sufrir así...."
"Porque ella no te ama tanto como yo...."