martes, 14 de agosto de 2012

Agosto de 2012. Un martes lluvioso, si los hay. De esos que me recuerdan todo lo que somos y lo que no tenemos. Otra mañana de tormenta, acarreando mis miedos por los pasillos. Jugando a ser la secretaría perfecta, a interpretar los designios de un jefe que ni siquiera sabe lo que quiere. Viendo la lluvia golpear las ventanas de la oficina, escuchando retumbar los truenos. Intentando sobrevivir al terror y a la nostalgia. Ocultandome tras la pantalla. Encerrandome en mi cabeza para no dejar salir esa necesidad que tengo de vos.

Un martes lluvioso, si. Pero no cualquier martes lluvioso. Fue uno donde cerca del mediodía, resplandeció el sol cuando sonó el teléfono y tu voz, del otro lado, pronunció ese "Te Amo".

sábado, 11 de agosto de 2012

Hubo un tiempo en el que fuimos uno. En el que jugamos a complementarnos mas allá de toda distancia, de toda diferencia.

Hubo un tiempo en el que nada ni nadie podía frenarnos. En el que simplemente estabas ahí. Aún en tu peor momento estabas ahí. Hubo un tiempo en el que dejamos que corra agua bajo el puente. Y decidimos que quizás era mejor que el río siguiera su curso. Que nuestra hora ya había pasado. Que nuestro futuro era apenas un sueño.

Hubo un tiempo en que decidimos jugar a no habernos conocido nunca. Y dejamos todo en la nada.

Pero un día, contra todos los pronósticos, ese tiempo se esfumó. Y dejaste caer, como al pasar, que sentías la distancia que intentaba poner entre los dos. Y pediste que volviera a ser la de antes. Que no vendría nada mal volver a nuestras pequeñas tradiciones. Que extrañabas eso de contar conmigo.

Y entonces, contra todos los pronósticos, volví a ser yo. (Volviste)