miércoles, 23 de febrero de 2011

Subí y bajé por la escalera del sol, y vi tu sombra renacer de las tinieblas. Te observé con cuidado, como pidiendote permiso. No faltaba nada. Ni tus ojos de mar. Ni tu boca de hielo. Ni tu silencio dominante.

La fuerza de tu presencia opacaba al mismísimo astro rey, que esperaba distante, mudo testigo de este reencuentro esperado.

No me saludaste. No te hablé. No respiramos. No tomaste mi mano, ni rozaste mi mejila. Ni buscaste mi aliento.

Te alejaste, y te seguí. Quise ver cómo estabas, si habías cambiado, si todavía me reconocías.

En algún momento notaste mis latidos. Te volviste hacia mi. Me miraste.

No recuerdo que te acercarás. Ni que me besaras. Ni que me regalaras una sonrisa. Solo haber despertado con el rostro bañado en lágrimas.

Y tu lugar, en mi cama, vacío...

lunes, 21 de febrero de 2011

Si hubiera sabido que reconocerme en cada una de tus palabras era peligroso. Que estaba dando un salto al vacío, y no había nadie que me sostuviera al caer. Que al desencadenar el corazón, se iba a volver idiota y me iba a traicionar. Que mi cotidianeidad iba a cambiar tan rotundamente con tu existencia. Que tu perfección iba a ser tan insoportablemente tentadora...

Si alguien me hubiera avisado que al decirte que te amo, iba a perderte de la forma mas dolorosa... Entonces hubiera hecho silencio. Y te lo hubiera negado. Y, quizás, todo sería diferente.

(Pero no supe encerrar a mi corazón. Ni resistirme a tu boca. Ni anegarme en tus enojos. Ni cobijarme en la duda. Ni dejar que te perdieras en la niebla del olvido)

miércoles, 9 de febrero de 2011

Volviste

No se cuándo dejé de buscarte. Ni cómo te convertiste en un sueño. Si fui yo la que comenzó a alejarse. O la nada misma nos invadió de repente.

No recuerdo el momento en que te saqué de mis días. Si coincidió con el instante en que tus ojos dejaron de reflejarse en los míos. Si mi maldita inseguridad fue logrando que me despidiera antes de tiempo. Si todo estaba tan frío que nunca pudimos sacarnos el miedo.

No entiendo como logré conformarme en silencio. Cómo dejé que te fueras sin un solo acercamiento. Ni por qué te ofrecí la mejilla el día que buscaste un beso.

No me conformo con pensar que quise borrarte de mis recuerdos. Que prefería saberte inalcanzable. Que esperaba que tu sonrisa se perdiera en el misterio.

No se si los años transcurridos lograron que te idealizara. O que imaginara momentos que no transcurrieron. O que encontrara en tus ojos verdades que nunca existieron.

(Pero hoy volviste. Y me hablaste. Y todo volvió a ser como antes. Y en cada palabra escondías un recuerdo. Y en cada frase, un silencio profundo. Y me enamoré. Otra vez. Como el primer día. Porque lo único que necesitaba era volver a oír tu voz)

jueves, 3 de febrero de 2011

Me debés la vida, ser feliz, la sonrisa de todos los días, la impaciencia de los momentos perdidos. Me debés la respiración entrecortada, el anhelo de tus misterios, las ansias de tus besos.

Me debés la perfección de tu sonrisa, el eco de tus silencios, la angustia indescriptible de tus ausencias. Me debés el suplicio de la espera, el mutismo de mi boca sin tus besos, la elegancia de los sueños incorrectos.

Y la obediencia debida, y la fragilidad de mis determinaciones, y tu palabra contra la mía, y la persuación que ejercen tus impedimentos.

(Y no me digas que me debés una más. porque en realidad me las debes todas)

martes, 1 de febrero de 2011

Ni pedirte perdón, ni decirte gracias. Ni contarte como me elevas a diez palmos del suelo. Ni confesarte que las mañanas son más frías en tu ausencia y más cálidas en tu recuerdo. Ni anhelar que tu sonrisa me acompañe todo el tiempo. Ni soñar con cada centimetro de tu cuerpo. Ni esperar que llegue la hora de los cuentos. Ni jugar a ser lo que fuimos o lo que seremos. Ni buscar causas y consecuencias de nuestros misterios. Ni pretender que cada mirada se pierda en el silencio.

Ni sentir, ni juzgar, ni siquiera hablar. Solo verte a los ojos y dejar que se acabe el tiempo.