martes, 14 de agosto de 2012

Agosto de 2012. Un martes lluvioso, si los hay. De esos que me recuerdan todo lo que somos y lo que no tenemos. Otra mañana de tormenta, acarreando mis miedos por los pasillos. Jugando a ser la secretaría perfecta, a interpretar los designios de un jefe que ni siquiera sabe lo que quiere. Viendo la lluvia golpear las ventanas de la oficina, escuchando retumbar los truenos. Intentando sobrevivir al terror y a la nostalgia. Ocultandome tras la pantalla. Encerrandome en mi cabeza para no dejar salir esa necesidad que tengo de vos.

Un martes lluvioso, si. Pero no cualquier martes lluvioso. Fue uno donde cerca del mediodía, resplandeció el sol cuando sonó el teléfono y tu voz, del otro lado, pronunció ese "Te Amo".