viernes, 27 de mayo de 2011

Me tocó ser pasajera en este tren sin rumbo. Salir a la vida sin saber cómo detener el tiempo. Cómo afrontar que los sueños no son mas que simples representaciones de los deseos. Que la historiano la escribimos a través de los sueños, y que el mayor freno a nuestros ímpetus son las quimeras.

Me tocó mirarte de lejos tratando de descifrarte. Pasar noches en vela intentando dilucidar si tus mentiras eran certezas. Si cada palabra tuya tenía el significado que le estaba otrogando. Si el viento que traía tus suspiros era apenas el eco de mis fantasías. Si la espera estaba logrando que confundiera tu silencio con aquello que, deseaba, fuera cierto.

Me tocó ser la tercera en discordia entre mi corazón y mi cerebro. Y aprender a leer entre líneas cuando las órdenes de ambos se cruzaban sin sentido. Y hacerle entender a mi idealismo estúpido que debía dejar de darte el poder de definir mis desvelos.

Me tocó ser mi otro yo. Mi austeridad, mi timidez, mi consuelo. Mi delirio en las noches sin tus besos. Mi seguridad. Mi desazón. Mi misterio.

Me tocó aprender a vivir así, sin vos, con mis anhelos. Y amarte como nunca, como siempre. Como puedo.