martes, 18 de enero de 2011

Perdón

Perdón por este amor enfermo, por no callar lo que pienso ni decir lo que siento, por esquivar los momentos y elegir los pretextos. Perdón por mi sabor a nada, por la distancia indebida, por los malos entendidos, por salir corriendo.

Perdón por no merecerte, por no ser lo que buscabas, por quedarme en silencio. Perdón por darte tan poco, por no seguir intentandolo, por dejar que decida el tiempo.

Perdón por no ser la roca que sostuviera nuestros sueños, por desafiar al destino, por apostarlo todo y perderlo. Perdón por no saber decírtelo, por dejar que te fueras lejos, por no defender con la espada lo que llevabamos dentro.

Perdón por la locura del día a día, por las peleas constantes, por los sincericidios de fuego. Perdón por alejarte del mundo, por jugar con tus miedos, por prometerte un mundo que ni yo conocía, por dejar que creyeras lo que te estaba mintiendo.

Perdón por amarte de ese modo. Sin respetar las leyes del universo. Creyendo que el mundo era nuestro. Por seguir siendo la misma, por no querer lastimarte. Por amarte hasta el fin de mis días.

Por lo que fuimos, por lo que no, por lo que podríamos haber sido. Por las tardes de sol y los domingos de invierno. Por tus besos, por tus abrazos, por tus misterios. Por las horas que pasamos en silencio. Por la sinceridad de tus ojos. Por la fragilidad de mis intentos.

Porque mi vida sin tu perdón no es más que resentimiento, necesito que sepas que lo siento


Quisiera saber por qué nada de lo que digo parece suficiente. Por qué tengo que aclarar las cosas una y otra vez, Por qué algunos días siento que hablo en otro idioma.

Quisiera saber si me creés cuando te lo digo. Si no te di suficientes pruebas de lo que siento. Si es necesario que siga buscando formas de demostrar que no es algo pasajero.

Quisiera que me cuentes cuándo te volviste tan inseguro. Cuándo empezaste a dudar. Cuándo decidiste poner en discusión todos estos años a tu lado.

Quisiera que, uno de estos días, nos sentemos en nuestro lugar de siempre. Y me mires a los ojos. Y me digas que nada de esto es cierto. Que ni yo te amo, ni vos me crees cuando te lo digo.

Quisiera que lo entiendas de una vez. No tengo motivos para mentirte. No tiene sentido hacerlo de ese modo.