viernes, 30 de septiembre de 2011

Ya no sé cuántos meses, días, horas, minutos, segundos, pueden haber pasado desde la primera vez que tu sonrisa se cruzó en mi camino. Tampoco cuántas veces me secó las lágrimas, o hizo brillar el sol en medio de la noche, o simplemente intentó salvarme la vida.

No puedo siquiera intentar contar las veces que pronuncié tu nombre. Ni las que busqué tus manos. Y mucho menos las que mis ojos y los tuyos se encontraron en esas particulares declaraciones de amor que solíamos hacernos.

Me resulta imposible contar los "te odio" y los consiguientes arrepentimientos. Los besos que perdimos por jugar a no necesitarnos. Las madrugadas desperdiciadas por la distancia. Las noches en vela esperando que un milagro me trajera tus abrazos.

Solo se que cada mañana, cuando me levanto, nada supera el temor de perderte.