jueves, 7 de julio de 2011

No encuentro palabras que se amolden a esta despedida. Ni explicaciones que aplaquen el dolor inmenso que me genera saber que una vez más el destino fue cruel e insensato. Que la vida quiso que la paz de tu sonrisa dejara de brillar.

No vamos a leer más tus ironías. Ni sentir tus caricias a distancia cuando el ánimo flaqueaba. Ni vamos a escucharte hablar de Alvarito muriendote de amor.

Me queda tu fe inextinguible en el amor de Dios. Tus mensajes contandome que estabas "un poco cagado". Tu risa al escuchar uno de mis tantos exabruptos. Y hasta algún fav a mis tweets más osados. Me queda el ejemplo de padre que fuiste. Tu apoyo incondicional cuando la vida duele. Me queda la serenidad que transmitías cuando me decías que todo iba a estar bien.

Me queda un nudo en el pecho, de lágrimas y plegarias. Y la certeza de que nunca pedí con suficiente fuerza para que te curaras.

Me queda tu imagen grabada en la memoria. Y tus palabras de aliento. Y el amor por tu esposa y por tu hijo. Y tu sinceridad cuando te pedía un consejo. Y tu manera de hacer que cada uno encontrara su lugar en el mundo. Con caridad, con simpleza.

Me falta fuerza para decirte que te quiero. Que se que desde donde estés me vas a estar cuidando. Que tus 5 meses de agonía fueron de lucha constante. Que esa puta enfermedad me dejó sin un gran amigo, pero con un gran ángel de la guarda.

Me falta coraje para seguir escribiendo, sabes? A cada palabra mi corazón se desgarra pensando en lo que te faltó por vivir. Sólo quiero decirte GRACIAS. Y que te voy a extrañar.

TE QUIERO MUCHO, DANI!